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El
sistema sanitario en Gran Bretaña
El servicio de salud británico y Covid-19
A principios de 2020, el Servicio Nacional de Salud de Gran Bretaña
estaba casi en un punto de ruptura cuando la epidemia de coronavirus
ejerció presiones sin precedentes sobre el personal y las
instalaciones. La falta de equipo de protección personal (EPP),
incluidas máscaras faciales, la magnitud de la epidemia, el miedo al
contagio y la falta de experiencia para hacer frente a una crisis tan
importante, ejercen una presión excepcional sobre los hospitales y las
cirugías que ya se encuentran en dificultades. Pero contrariamente a
las peores predicciones, el sistema se mantuvo, y para el verano gran
parte del Servicio Nacional de Salud estaba funcionando casi con
normalidad, aunque con una normalidad nueva y diferente.
Por una vez, hubo unanimidad prácticamente total en Gran Bretaña, entre
los políticos, los administradores y el público en general, en que la
supervivencia del Servicio Nacional de Salud, es una prioridad
nacional..
El NHS muestra su fuerza: la campaña de vacunación Covid
La
solidez del NHS y su personal quedó demostrada a través de la campaña
de vacunación contra el Covid-19 que comenzó en diciembre de 2020,
mientras que el gobierno del Reino Unido había evitado repetir los
errores del inicio de la crisis del Covid al ordenar abundantes dosis
de vacuna contra la pandemia. La campaña de vacunación fue organizada
por el Servicio Nacional de Salud. A cargo de la logística y
organización de la campaña, los profesionales de la salud se
propusieron vacunar al mayor número posible de personas con la mayor
rapidez posible. Para reducir la carga sobre el personal del hospital,
que ya estaba sobrecargado de trabajo, el NHS incorporó rápidamente a
médicos y enfermeras jubilados y voluntarios, a estudiantes de medicina
y a cualquier persona capacitada para poner una inyección, lo que
permitió que el programa de vacunación empezara con fuerza.
El resultado fue que hasta medio millón de personas fueron vacunadas
por día en enero y febrero de 2021, ya que el campamento de vacunación
se implementó en el Reino Unido de cuatro a cinco veces más rápido que
en cualquier otro país europeo; el rápido colapso resultante en la tasa
de infección por Covid en Gran Bretaña permitió un verano relativamente
libre de covid en 2021. Sin embargo, los casos aumentaron drásticamente
en el otoño de 2021 debido a la lenta reacción del gobierno a las
nuevas cepas de covid, y durante el invierno de 2021 -2022 el Servicio
de Salud volvió a estar bajo una intensa presión.
El
NHS (National Health
Service), servicio nacional de salud pública de Gran
Bretaña, se introdujo en 1948, como pilar del estado de bienestar,
creado por el gobierno laborista después de la Segunda Guerra Mundial.
El establecimiento del Estado de Bienestar fue una de las grandes
reformas de la historia británica. Fue el Gobierno de Coalición
Nacional, durante la Segunda Guerra Mundial, el que constituyó una
comisión presidida por William Beveridge, profesor de Economía en la
Universidad de Oxford, con el fin de revisar el sistema de seguro
médico y social que existía en Gran Bretaña en aquella época. El
Informe Beveridge,
publicado en 1942, sugería el establecimiento de un sistema nacional
que proporcionase, «de la cuna a la tumba», una cobertura médica y
social para todos los ciudadanos.
Durante los primeros años, el nuevo
Servicio
Nacional de Salud (NHS), proporcionó una cobertura médica
gratuita para todas las personas de Gran Bretaña, independientemente de
la riqueza o del estatus laboral. Los ciudadanos no pagaban el
proyecto, las contribuciones realizadas por las personas en su trabajo
(cotizaciones a la Seguridad
Social) estaban destinadas a pagar los beneficios de la
seguridad social y los subsidios, y no para el servicio de salud.
El nuevo servicio sanitario fue financiado directamente por las
finanzas públicas del Estado, y no a partir de las contribuciones
individuales al servicio de salud del Estado. De esta manera,
técnicamente, no podría experimentar pérdidas ni estar en déficit. Gran
Bretaña fue el primer país del mundo en ofrecer a los ciudadanos este
tipo de servicio sanitario público y disponible para todos.
Sin embargo, aunque este sistema está directamente financiado por el
Estado, en un primer momento resultó ser más caro de lo esperado, y tan
solo hicieron falta 3 años para que el Gobierno laborista admitiera que
quizás la idea de un servicio totalmente gratuito no era sostenible. En
1952, el nuevo gobierno conservador introdujo por primera vez el pago
por receta, una tasa fija que pagaba el paciente por cada prescripción
médica que recogía después en la farmacia.
Las visitas al médico y la atención hospitalaria continuaron siendo
gratuitas, pero los pagos se introdujeron para otros servicios, como
por ejemplo, la atención dental u oftalmológica. En términos generales,
así continúa la situación en la actualidad. La atención hospitalaria y
las consultas médicas son gratuitas (si se realizan en el marco del
sistema nacional de salud). Por otro lado, el paciente paga (en
distintos grados) las recetas, los procedimientos dentales y la
atención oftalmológica. Los niños y ancianos tienen derecho a más
servicios gratuitos que las personas activas.
Como todos los sistemas de sanidad pública, el Sistema Nacional de
Salud (junto con el de Escocia y el de Gales) experimentó durante años
una subida de costes debido al envejecimiento de la población británica
y al desarrollo de nuevos fármacos, nuevos equipos y tratamientos mucho
más caros que aquellos disponibles en 1948. Todos los gobiernos,
laboristas y conservadores, han intentado controlar los costes del
sistema a través del mantenimiento o mejora de la calidad del servicio,
pero el problema de financiación del sistema continuaba dando grandes
dolores de cabeza.
La gran restructuración del sistema tuvo lugar durante el mandato de
Margaret Thatcher. En aquellos tiempos, el alto coste del
funcionamiento del NHS se debía, al menos en parte, a su pobre
organización y gestión. De esta manera, las reformas de los años 80
establecieron una administración descentralizada de servicios
hospitalarios, conocida como
Fundación Hospitalaria, e introdujeron las nociones de
licitación y fuerzas del mercado dentro de la prestación de servicios
hospitalarios. Aunque estaban obligados a respetar estrictos límites
financieros, muchas fundaciones del NHS o servicios hospitalarios
regionales respondieron cerrando departamentos o racionalizando la
prestación de servicios, no en respuesta de las necesidades del
paciente, sino para mantenerse dentro de su presupuesto.
Los resultados fueron predecibles. Por un lado, el escándalo de las
listas de espera de los
hospitales (a los pacientes se les hacía esperar durante
meses incluso si necesitaban tratamiento urgente). Por otro lado, el
desarrollo de sistemas de seguridad social privados para aquellos que
pagaban con el fin de obtener un seguro médico privado que, aunque era
más caro, funcionaba más rápido. El sector de seguridad social privada
nunca cesó de existir en Gran Bretaña incluso durante los primeros años
del NHS. Pero durante los años 80, en tiempos de Thatcher, los
proveedores de atención sanitaria privada se extendieron rápidamente,
ofreciendo servicios sanitarios más rápidos y más completos para
aquellos que podían permitírselo. Muchos jefes empezaron a incluir la
atención sanitaria privada complementaria como parte del beneficio de
sus empleados; especialmente a través de
BUPA, una
organización sin ánimo de lucro que ya era la principal proveedora de
antención médica privada en tiempos anteriores al NHS.
La calidad cada vez menor y los costes cada vez más altos del NHS
durante los años 80 y principios de los 90 no tuvieron una buena
acogida entre el público británico, que permaneció y permanece hasta
este día a favor, de forma casi unánime, de mantener un servicio de
salud público de buena calidad.
Una de las razones que ayudaron al Partido Laborista a regresar al
poder en 1997 fue su compromiso de convertir la reforma del servicio de
salud en una de sus principales prioridades. Y fue en este contexto
cuando las acciones siguieron a las promesas. Con la economía británica
en mejor forma, el presupuesto del NHS podía aumentar, lo que
permitiría a los hospitales reducir las listas de espera. Además, se
construyeron muchos más hospitales públicos eficientes. Sin embargo,
los costes operativos del servicio de salud permanecieron muy altos y
el gobierno parecía ser incapaz de reducirlos.
Último cambios y problemas persistentes del NHS
Desde 2010, los gobiernos han demostrado un fuerte compromiso por
mantener una alta calidad del sistema de salud pública para todos. Para
conseguir esto, han puesto en marcha la reforma más fundamental de todo
el Servicio Nacional de Salud desde que se estableció el sistema. La
Ley de sanidad y atención social
de 2012 determinó la abolición de fundaciones del NHS y
autoridades regionales, y la transferencia de la administración de los
recursos regionales a los propios médicos
(clínicos).
Entre otras reformas, lo que se pretendía era proporcionar a los
pacientes (o a sus doctores) el derecho, dentro del Servicio Nacional
de Salud, a elegir los servicios que se ofrecen, en hospitales públicos
o privados, con cargo de las tasas estándar aprobadas por el NHS para
los servicios que proporciona. Mientras que esto es un abandono de la
práctica tradicional del NHS, es en realidad el sistema utilizado en
otros sistemas de sanidad exitosos, como por ejemplo,
el Sistema de
salud pública de Francia, que opera exactamente de esta
forma.
Sin embargo, a pesar de los compromisos reiterados por parte de los
gobiernos sucesivos, el servicio de salud de Reino Unido continua
pasando de un problema a otro por una principal razón:
escasez de financiación.
En comparación con los servicios de salud de otras economías avanzadas,
el NHS británico presenta una seria escasez de personal y de
financiación. Aunque el Reino Unido tiene un envejecimiento de
población, las cifras corregidas, medidas por el OECD, del PPA de 2015
(último disponible), muestran que Reino Unido gasta más de un 50% menos
por persona en salud que Suíza, 25% menos que Alemania, Holanda,
Austria, Irlanda, Suecia o Noruega, y más de un 10% menos que Francia,
Bélgica, Dinamarca, Canadá o Australia.
La gente de Reino Unido se queja con disgusto sobre el tiempo que se
tarda en ver a un médico de cabecera, y las noticias de la televisión
británica muestran diariamente imágenes de pacientes esperando en
camillas en los pasillos del hospital, bien porque no hay enfermeras
que los atiendan o bien por falta de camas libres. Aunque esto tampoco
es de sorprender, sobre todo cuando las tablas muestran lo siguiente
(cifras de Eurostat):
|
Bélgica |
Alemania |
Francia |
Reino Unido |
Gasto en salud como
como parte del PIB |
10,6% |
11,3% |
11,5% |
9,1% |
Número de médicos
por cada 1.000 habitantes |
4,9 |
3,9 |
3,2 |
2,8 |
Camas de hospital
por cada 1.000 habitantes |
6,5 |
8,2 |
6,4 |
2,9 |
Enfermeros/as y matrones/as
por cada 1.000 habitantes |
16,8 |
11,5 |
9,3 |
8,8 |
En resumen: uso del NHS
Cualquiera que desee usar los servicios del NHS debe registrarse con un
médico de cabecera. La inmensa mayoría de los médicos trabajan en
prácticas de grupo o centros de salud. El médico de cabecera es el
encargado de requerir que el paciente sea atendido por un especialista
o recibir tratamiento en el hospital (salvo en casos de emergencia)
En el NHS es gratuito asistir al médico, pero los médicos de cabecera
no suelen realizar visitas gratuitas a casa excepto para los pacientes
que no se pueden mover o que están muy enfermos.
NB. Servicio de salud
para visitantes en Gran Bretaña : ver
Accidentes y emergencias
Las personas
que van a Gran Breteña como turistas o visitantes no reúnen
necesariamente los requisitos para recibir atención médica gratuita por
parte del Servicio Nacional de Salud (NHS).